La canción se convirtió en una de las composiciones más queridas de George Harrison.
Si se habla de canciones icónicas de The Beatles, no quedan dudas que “Here Comes The Sun” es una de ellas. El tema fue escrito por George Harrison y publicado en 1969 como parte del álbum Abbey Road. Su historia está llena de matices que reflejan el crecimiento artístico de Harrison como compositor y letrista.
“Here Comes The Sun” se gestó durante los últimos meses de la banda, donde la tensión y los desacuerdos comenzaron a aflorar dentro del grupo. Harrison, quien hasta entonces había sido eclipsado en gran medida por las composiciones de John Lennon y Paul McCartney, estaba ansioso por encontrar su lugar y mostrar su talento como compositor.
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Un tema que surgió de la relajación y el disfrute
Durante ese tiempo, el guitarrista pasó por un periodo de introspección y también profundizó en el estudio de la música hindú mientras trabajaba con el virtuoso Ravi Shankar. Fue en este contexto que compuso la canción, la cual captura una sensación de esperanza y renacimiento, representada por el amanecer y la llegada del sol después de tiempos difíciles.
La inspiración para la canción surgió cuando George decidió escapar de las abrumadoras reuniones de negocios y, en su lugar, se relajó en su jardín con su amigo y colega Eric Clapton. Allí, mientras amanecía, Harrison tomó su guitarra y comenzó a componer la melodía y las primeras letras que se convertirían en esta obra.
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Un dilema que llevó al pequeño error
Aunque Harrison se estaba soltando como compositor, y logró que sus compañeros aceptaran grabar la canción, se enfrentó a un dilema durante las sesiones. En el último verso de “Here Comes the Sun”, George no podía decidir si debía cantar “it seems like years” (se ven como años) o “it feels like years” (se sienten como años). En lugar de elegir una sola versión, sin querer, el músico cantó una combinación de ambas líneas, resultando en la versión final que dice “It seels like years”.
A pesar del pequeño error, la canción en su conjunto fue recibida con elogios y se convirtió en una de las composiciones más queridas de Harrison. Su enfoque en la guitarra acústica y la introducción del sintetizador Moog le dieron una calidad única que la destacó dentro del repertorio de The Beatles.
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