Un auténtico one-hit wonder 

De pequeño sufrió tantas burlas de los niños de su barrio por ser tartamudo que en cierta ocasión John Paul Larkin, más conocido como Scatman John, les persiguió con tanta rabia que les habría dado una buena paliza. Pero su padre le paró los pies. Aquello le hizo reflexionar para ser una buena persona. Y de aquel trastorno del habla supo crear su modus vivendi este artista californiano que el pasado mes de marzo habría cumplido 80 años.

John Paul era un joven tremendamente inquieto y culto que devoraba los libros de Foucault y Adorno mientras aprendía a tocar el piano influenciado por los temas de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong. En 1956, con 14 años, comenzó a dar pequeños recitales con la técnica jazzística del scat, que consiste en la improvisación vocal cuyo fin es el de crear ritmos sin que las palabras tengan significado. Ese estilo lo inventó Armstrong durante los locos años 20. En 1986 editó su primer álbum, John Larkin, que no tuvo ningún éxito.

A trancas y barrancas fue ganándose la vida, pero cayó en el infierno del alcohol y las drogas. La década de los 80 fue nefasta debido a la proliferación de la heroína, el fentanilo y el sida. La muerte de su amigo, el también músico Joe Farrell, le sirvió para darse cuenta de que estaba maltratando su cuerpo y que probablemente tendría el mismo final que su colega. Salió de este pozo gracias a la ayuda de su mujer Judy, con quien se marchó a Berlín.

.

.

La capital germana abrazó con agrado sus melodías a las que poco a poco fue introduciendo letras tras perder el miedo a las burlas de la gente por su dificultad en el hablar. Nuevamente, su esposa le animó a que hablara sin tapujos sobre ello. Se granjeó el cariño del público que finalmente hizo de él un auténtico one-hit wonder con el tema Ski Ba Bop Ba Dop Bop, el primer sencillo de su segundo álbum de estudio Scatman’s World editado a finales de 1994. Se convirtió en un éxito sin precedentes para un artista tartamudo ya que vendió algo más de seis millones de copias en todo el mundo. Tan solo en Japón logró poner en el mercado 1,5 millones de discos.

Pero la luz del éxito no tardó en apagarse. Nunca más logró ser el centro de atención. El cantante que creó su propio estilo inspirándose en René Magritte con su característico bombín, traje oscuro y un gran bigote falleció en 1999 debido a un cáncer de pulmón. Dejó escrito que esparcieran sus cenizas en el océano frente a algunas de las mansiones más caras y exclusivas de Malibú.